A 50 aos de la Revolucin, Cuba se merece cuanto antes rupturas significativas 3x3uv
PORANTONIO ALBIANA,
periodista y analista internacional.
COMO SUCEDI durante la transicin espaola a la democracia, "cambio" es la palabra mgica en la Cuba de 2008, ao en el que se va a celebrar el 50 aniversario de la Revolucin. Un cambio que la sociedad reclama cada vez con ms fuerza, pero que ni la poblacin ni la mayora de dirigentes sabe en qu consistir finalmente. Segn el novelista cubano Leonardo Padura, "tras la enfermedad de Fidel Castro estamos viviendo una novela de suspenso, todo el mundo est a la expectativa de lo que pueda suceder, pero nadie sabe cmo y cundo va a ocurrir".
El ao empez con la celebracin de elecciones generales. Unos comicios en los que realmente ningn cubano "eligi", simplemente vot por las listas que le pusieron delante, con 614 candidatos para cubrir 614 puestos en la Asamblea. Solo caba al votante tachar algn nombre en las listas cerradas.
La incgnita est en lo que suceda el prximo 24 de febrero, cuando la nueva Asamblea elija a los 31 del Consejo de Estado que, a su vez, designarn a su presidente, un puesto que como el de Jefe de Gobierno ha sido desempeado hasta ahora sin interrupcin por Fidel Castro. Por primera vez en casi cinco dcadas, la posibilidad de que el lder comunista -aquejado de una dolencia que le impide de moverse libremente- abandone el ejercicio del poder, es real. Se especula con la permanencia de su hermano Ral a la cabeza del Estado y con la renovacin de la cpula del Gobierno con un dirigente ms joven como el actual vicepresidente Carlos Lage. Pero la sociedad cubana reclama transformaciones profundas ms all de las cabezas supremas.
La campanada de salida la dio el propio Ral cuando en las conmemoraciones del 26 de julio de 2007 anunci "cambios estructurales y de concepto", propugnando un gran debate nacional que desbord todas las previsiones. En las asambleas, en los distintos niveles, se abri paso la certeza de que la sociedad cubana reclama cuanto antes rupturas significativas. Como destac el historiador Pedro Campos, Cuba debe "dejar atrs las ideas de socialismo de Estado que nos han llevado al actual sistema burocrtico". Para el economista y diplomtico scar Espinosa, condenado por disidente a 20 aos de crcel y en libertad provisional por problemas de salud, el discurso de Ral Castro lo comprometi a una seria de reformas, "No hacerlas sera suicida", dice, y destaca la situacin desesperada de desabastecimiento que vive el pas: "Cuba est importando el 84% de los alimentos que necesita y los salarios en trminos reales estn en una cuarta parte de los de 1989". Para Espinosa, los cambios econmicos sern la antesala de la necesaria democratizacin.
El rgimen, sin duda con exageracin, no ha dejado de acusar al bloqueo estadounidense de todas las penurias que padecen los cubanos. Pero lo cierto es que la relacin entre Estados Unidos y Cuba ha sido tormentosa prcticamente desde la Independencia. Tras la revolucin castrista, el acoso no ces nunca, incluyendo intentos de invasin y decenas de atentados fallidos contra Fidel Castro. El escritor Carlos Fuentes planteaba recientemente lo que considera un enigma irresuelto: "Si Estados Unidos le hubiese tendido la mano a Fidel Castro, habra seguido la revolucin una senda ms moderada, acaso socialdemcrata o, aun, democristiana?".
Tal vez el nico intento serio de pacificar las relaciones se produjo en 1963 bajo el mandato del presidente John F. Kennedy y tuvo como protagonista al periodista francs Claude Julien, en un episodio poco conocido. El propio Julien, con quien compart algunas iniciativas periodsticas y sociales, me relat lo sucedido. El Presidente de Estados Unidos, con el que mantena una buena relacin, le propuso entrevistarse en su nombre con Fidel Castro, a quien el francs conoca personalmente, para transmitirle una propuesta decisiva: normalizar relaciones y recibir el apoyo de estadounidense si se alejaba de la influencia de la Unin Sovitica. En un da templado de noviembre, la conversacin reservada entre Julien y Castro se iniciaba con mucha cordialidad en el balneario de Varadero, cuando un edecn entr precipitadamente en la sala y anunci: "El presidente Kennedy acaba de ser asesinado en Dallas".
La cpula estadounidense regres a la intransigencia. Hasta el da de hoy, en que el presidente Bush abunda en declaraciones incendiarias para consumo de los votantes republicanos de Florida.
Algunos de los histricos del castrismo se han apuntado al debate renovador. Ramiro Valds, comandante histrico y nmero dos del Ch en sus aventuras, declar en un discurso oficial: "Todo el pas es un hervidero de ideas, lo que esperamos del debate es que nos ayude a romper con la inercia, el dogmatismo y el estilo burocrtico". Por su parte, el veterano Alfredo Guevara, impulsor de los movimientos de Nuevo Cine, ha convocado a sus compatriotas a romper con el "pensamiento nico". Al movimiento de autocrtica se han unido figuras como Eliades Acosta, Mariela Castro y Carlos Lage Codorniu.
El propio Fidel Castro contribuy a despertar las expectativas de cambio cuando escribi a mediados de diciembre sobre su deber de "no aferrarse a los cargos y dar paso a personas ms jvenes". El disidente Oswaldo Pay, fundador del Movimiento Cristiano de Liberacin, present de inmediato en la Asamblea Nacional un proyecto de amnista para los presos polticos cubanos. Y mientras la "nomenklatura" se agita entre "aperturistas" como los citados, "talibanes" encabezados por el joven ministro Felipe Prez Roque, y "centristas" con los que jugara el propio Ral Castro, la oposicin interna est movindose sobre la expectativa de una transicin a la democracia, aunque sigan dudando de la sinceridad de los mximos dirigentes: el Proyecto Varela, los Comits de Reconciliacin, la Corriente Socialista Democrtica y el Arco Progresista que dirige Manuel Cuesta Mrua, a quien apoyan los partidos socialdemcratas italianos, suecos, alemanes, ses y espaoles, han constituido una asociacin "Cuba-Europa en progreso".
Por su parte, la oposicin ms intransigente sigue propugnando, desde el exilio en Miami, un levantamiento popular a la muerte de Castro.
En todo caso, en una Amrica Latina integrada en su totalidad por democracias formales de centro-izquierda, centro-derecha, populistas ms o menos radicales, el rgimen de Cuba es un anacronismo. Los cubanos saben que ms pronto o ms tarde han de iniciar el cambio hacia una repblica homologable, conservando los avances en materia social que los sitan muy por delante de otros pases del rea, segn el ndice de Desarrollo Humano de la ONU. La pregunta es la que misma de la Espaa de la transicin: reforma o ruptura?
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