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21 de julio de 2008

El circo profanado
Armando Ael

Una de las expresiones ms socorridas del nacionalismo cubano, convenientemente acicateada por el castrismo, es el bisbol. Curioso cuando menos, porque se trata de una modalidad deportiva importada desde Estados Unidos, precisamente el pas contra el que los nacionalistas insulares cargan desde que se levantan hasta que se acuestan.

En cualquier caso “la pelota”, como se le llama popularmente al bisbol noventa millas al sur de la Florida, est en crisis en Cuba. Tanto que el propio hermano mayor, en la ltima de sus ptreas “reflexiones”, se ha apresurado a regaar a los “fanticos” por sus crticas al desempeo del equipo cubano en su ltimo torneo internacional.

En 1961, por decreto, el bisbol dej de ser un deporte profesional en Cuba para convertirse en un deporte de profesionales mal pagados. Un siglo antes, en el verano de 1864, los hermanos Ernesto y Nemesio Guillo, tras graduarse en Estados Unidos, haban regresado a la Isla para fundar el primer equipo de bisbol de la mayor de las Antillas: los Rojos de La Habana. Como afirma el historiador Tony Otero, “unos aos despus los hermanos Teodoro y Carlos de Zaldo, estudiantes de la Universidad Fordham en New York, siguen el mismo sendero de los Guillo. Regresan a La Habana en 1878 e inmediatamente fundan el segundo equipo beisbolero cubano. En este caso, los Azules del Almendares”.

En Cuba, el bisbol siempre ha tenido un caldo de cultivo ideal. Los peloteros cubanos frecuentaban la pelota profesional norteamericana mucho antes del ascenso al poder del castrismo, que convertira despus el tambin llamado “pasatiempo nacional” en un asunto de poltica interior y exterior. Durante dcadas, descontando los naturales altibajos –nada ms que excepciones a la regla-, la pelota cubana se impuso en los principales torneos amateurs del mundo, derrotando sistemticamente a sus rivales, entre ellos a los estadounidenses. Pero hete aqu que se es ya un tiempo ido. Cuatro derrotas al hilo en los ltimos torneos en los que ha participado –ms toda una dcada previa de actuaciones irregulares-, la ltima en Holanda ante un team norteamericano compuesto por universitarios, han convertido a la antigua superpotencia del bisbol aficionado en un equipo del montn.

A lo menos que pueden aspirar los cubanos de la Isla –a los que la oligarqua totalitaria apenas puede garantizarle pan- es a un poco de circo, y en el circo castrista el bisbol constituye uno de los espectculos ms populares. Otra vez, se trata de un asunto de poltica interior y exterior, prcticamente de seguridad nacional, porque en tiempos de fugas, comandantes anmicos, subidas de impuestos, desabastecimiento y represin creciente no caben medias tintas. Es el circo o la democracia. Y el circo est siendo profanado.

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