Trabajo, esfuerzo y victoria
Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba, abril (cubanet.sergipeconectado.com) - El 1 de Mayo, Día de los Trabajadores, ha retornado con fuerza en la propaganda del gobierno cubano, que a través de consignas impone a los cubanos movilizarse en todo el país para desfilar con sus familias, mientras La Habana acogerá la gran actividad central, luego del ascenso al poder nominal de Raúl Castro.
Resulta sobrecogedor que no se ofrezca a los cubanos este día un plan económico y social de emergencia ante la inmensa acumulación de problemas que afrontan para sortear las carencias y dificultades vitales, y se les imponga la participación compulsada. Ya no se trata de la crisis general acumulada durante los más de 20 años de Período Especial; se añaden la inmovilidad productiva que impide garantizar a la población bienes y servicios básicos a precios asequibles, fuera del marco de las tiendas estatales de venta en divisas, la carencia de productos para la exportación para procurar balancear las importaciones, especialmente de alimentos, la incapacidad de compensar el alto déficit del comercio exterior con las subvenciones de Venezuela, la inexistencia de moneda dura en los bancos para realizar los pagos de las compras o a las empresas extranjeras radicadas en el país, y ni siquiera para garantizar los depósitos de extranjeros.
El Ministro de Comercio Exterior e Inversiones Extranjeras, Rodrigo Malmierca, reconoció públicamente que “al cierre de 2008 el intercambio comercial cubano creció en 30%, cifra en la que incidió fundamentalmente el incremento de las importaciones en 41%, porque las exportaciones, en cambio, decrecieron y continúan dependiendo de unos pocos productos. De 18 mil 280 millones de dólares, 3 mil 780 millones fueron exportaciones, para un déficit de más del 70%”. Señaló que en el primer trimestre de 2009 “el 80% del intercambio comercial fue de importaciones, lo cual debe preocuparnos”. Manifestó que “debemos sentir vergüenza cuando importamos algo que sabemos es factible producir en Cuba con la calidad requerida”, y que “este año la situación será más tensa debido a la crisis económica mundial, que influye negativamente en la demanda global e impacta algunos de los principales productos de exportación, como el níquel”. Como solución llamó a las empresas “a cambiar de manera radical la actitud y la cultura exportadora, a rechazar el facilismo y desarrollar la iniciativa”.
Es una verdad elemental que tienen que liberarse las fuerzas productivas para echar a andar la economía nacional y personal; para contar con productos exportables y suplir las importaciones. He ahí donde está atrapado el egoísta poder absoluto. El ser humano necesita sentirse motivado para trabajar, esforzarse y vencer. Los cubanos han dado muestras de ser laboriosos, emprendedores y responsables. Han tenido éxitos durante siglos, y en el exilio desde 1959 por sus esfuerzos en las sociedades competitivas que ofrecen oportunidades para todos. Son las mismas personas que languidecían esperando o estaban al borde de una cárcel por “luchar” la subsistencia de su familia en Cuba.
Al parecer, actualmente el totalitarismo mantiene una lucha interna, que detiene los cambios estructurales y de conceptos prometidos por Raúl Castro en una demostración de realismo, y refuerza los métodos de coacción, represión y simulación popular. Esas autoridades inmóviles se aferran a un pasado infructuoso, y arriesgan el futuro del propio régimen. Su legado es de destrucción e injusticia. Culpar y provocar a Estados Unidos; denostar a pacíficos e indefensos cubanos, demuestra impotencia retrograda. No se engañan quienes, por el contrario, consideran imprescindibles los cambios económicos y procuran mejorar la vida del pueblo, quizás con sinceras intenciones de beneficio para sus gobernados, y muy seguramente convencidos de que es la única posibilidad de una progresión pacifica.
Quienes enfrentan el actual caos al asumir cargos por la remodelación del gobierno, reciben responsabilidades coartadas y el peligro de convertirse en los futuros “tronados indignos”. Pero sobre todo, confrontan su propio prestigio ante el pueblo y la Patria. Los cubanos quieren esforzarse y vencer, con independencia para trabajar, crear y brindar una vida digna a sus hijos. El 1 de Mayo no puede acoger eventos de consignas vacías, sino de objetividad, intercambio de ideas y planes liberalizadores. |