Más que una trifulca 6d2c3l
Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba, julio (cubanet.sergipeconectado.com) - En Honduras, más que una trifulca entre caudillos, abocada a una guerra fratricida que sepulte indefinidamente la incipiente democracia, se juega la precaria estabilidad de América Latina.
Ególatras populistas han utilizado las carencias y la desigualdad social para establecer dictaduras con ropaje democrático, mientras otros políticos están interesados en el mejoramiento de sus pueblos, conscientes de la responsabilidad histórica de elevar sus países por la senda del desarrollo, procurar la integración en la región para compartir el progreso y frenar los apetitos nocivos, así como profundizar la cooperación con importantes actores internacionales, como Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, dentro del marco del G 20, el BRIC (Grupo de Brasil, Rusia, India y China) y otros.
La subversión mediante petrodólares, médicos, maestros y agresivo nacionalismo con frases altisonantes llegó con el ALBA de Hugo Chávez, guiado por la sagacidad y el trazado de largo alcance de Fidel Castro. Otros mandatarios procuran continuar el progreso democrático, en su mayoría surgido de sangrientas dictaduras militares: Lula y Bachelet con equilibrios internos y ansias de tener un lugar económica y políticamente junto al Primer Mundo, al tiempo que han procurado que América Latina y el Caribe se integren sorteando las diferencias y, sobre todo, el caudillismo.
Pero Doña Bárbara gobernó los llanos venezolanos y ahora encontró un manipulable capataz con José Manuel Zelaya en la antigua república bananera de Honduras.
La irresponsabilidad del Presidente bajo la cuerda de una posible reelección al estilo chavista, copiada por Evo Morales y Correa, se desbocó a sólo 5 meses de las elecciones, a las que no podía presentarse. La correlación interna de fuerzas era totalmente adversa; ni su Partido lo apoyaba; las familias, la clase política y económica, hicieron lo único que sabían: llamar a los militares y deponer al mandatario. Pero los tiempos son otros, los golpes de estado y las dictaduras militares no tienen espacio en la región ni en el mundo.
Posiblemente pensaron que al garantizar la vida de Mel, depositándolo en Costa Rica, sortearían el gran escollo. No obstante, el populismo había calado en los sectores desposeídos, y desde Cuba se ha seguido igual táctica que cuando el golpe de Estado a Chávez, que lo repuso en el poder: radio, televisión y mensajería desde La Habana en función de levantar las masas, y Mel prometiendo ponerse su sombrero en cuanto pisara tierra hondureña. No importaba a unos y otros cuántos indefensos pudieran morir en ese país dividido y tomado por un poderoso ejército, que inicialmente se contuvo de emplear las armas contra el pueblo.
El continente condenó el golpe, incluso los países donde Zelaya no era bien visto por sus errores y disparates, pero sobre todo por ser marioneta de La Habana y Caracas. La Organización de Estados Americanos pidió la restitución de Mel, e Insulza tuvo que ceñirse los pantalones y viajar a Tegucigalpa donde su gestión no dio resultados.
Barack Obama se ha movido con cautela ante una situación que se ha complicado por el intento del Zelaya de aterrizar en la capital el domingo 5 de julio, con dos muertos y muchos heridos entre la población que lo esperaba; y evidentemente tratando de alejar cualquier suspicacia sobre una participación de su istración en la chapucera defenestración, en esa región antaño vapuleada por Estados Unidos.
La diplomacia norteamericana ha continuado dando muestras de inteligencia, en lo que lleva destacado mérito la Secretaria de Estado Hillary Clinton, quien se reunió con el Presidente Mel el 7 de julio. No menos fuerte ha sido la reacción de los países de la Unión Europea, y la Asamblea General de las Naciones Unidas condenó unánimemente el golpe.
Honduras, con un presidente caricaturesco, empezaba a jugar a la democracia. Sólo en 1980 se despojó de la bota y los cañones; la injerencia extranjera propició la prosperidad de varias familias - Mel también es un gran terrateniente ganadero-, y las elecciones no han garantizado la gobernabilidad responsable.
Honduras se independizó de España en 1821, cuando Francisco Morazán lo llevó a las Provincias Unidas de Centroamérica junto a El Salvador y Guatemala; a la guerra civil, y luego presidió la Confederación, integrada además por Costa Rica, en dos períodos entre 1830-1839; en 1842 derrocó al costarricense Carrillo, pero resultó derrotado y fusilado en San José.
Vemos como ya desde el comienzo la nación estuvo marcada por guerras y sangre, que se desarrolló entre la aristocracia del café y los militares, la guerra con Guatemala en 1906, la oligarquía de la familia Menéndez a partir de 1913 y la sujeción económica y la ocupación de Estados Unidos entre 1911-1933, que la condujo a la ONU en 1945 con Tiburcio Carías Andino, y puso fin a las guerras civiles.
Juan Manuel Gálvez (1949-1954) creó el Banco Central; Ramón Villeda Morales (1957-1963) promulgó las leyes del Seguro Social, Reforma Agraria, Fomento Industrial y Código del Trabajo, pero fue destituido por las Fuerzas Armadas.
En 1980, Policarpo Paz García, presidente de la Junta Militar, convocó a elecciones, que en noviembre de 198l eligió a Roberto Suazo Córdova, lo que inauguró el orden constitucional, pero propicio guarida a los soldados salvadoreños y estadounidenses contra el gobierno sandinista en Nicaragua.
El Presidente Juan Azcona Hoyos (1986-1990) participó en las reuniones de mandatarios centroamericanos para una solución pacífica en la región. Luego siguieron los gobiernos de Rafael Leonardo Callejas (1994-1998), Carlos Roberto Flores (1998-2002) y Ricardo Maduro (2002-2006), 28 años de pasos hacia el aprendizaje democrático, que evidentemente, no ha madurado.
La mediación del Presidente de Costa Rica y Premio Nobel, Oscar Arias, parece progresar. La solución del conflicto hondureño es complicada y podría tener serias implicaciones para todas las Américas, de ahí la importancia de que se logre una solución sensata en beneficio de su pueblo, y se impida que irradie con consecuencias desestabilizadoras para toda la región. |