A la caza 5b1k48

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, julio, cubanet.sergipeconectado.com -Sonó el disparo para la cacería de almas, y entre nosotros no son pocos los cazadores que se muestran proclives a empeñar la suya a cambio de una buena faena.

Muy en particular salta a la vista el entusiasmo con que han resuelto irse de caza varias de las instituciones religiosas de lo que llaman el protestantismo, conjunto de doctrinas sin un significativo arraigo en Cuba, pero que indudablemente está empeñado en revitalizar su influencia, aprovechando la sequía espiritual que nos dejaran varias décadas de ateísmo impuesto a la tremenda.

Ahora mismo asistimos a la prédica del evangelio a ritmo de regatón, enrarecido con el entrevero de asuntos bien sacrílegos, por más que se aborden durante la misa, y amenizado, además, con sesiones de oscurantismo donde suelen convocar al espíritu santo para que se vaya de rumba justo al pie del altar, parece que para garantizar la asistencia y el divertimento de la feligresía.

Y no es todo. Algo peor se observa en la tendencia a cierto tipo de conjura manipuladora entre el régimen y algunas de estas iglesias que se auto-proclaman cristianas.

Se diría que han establecido acuerdos (tácitos o no, eso no lo sabe ni Dios), mediante los cuales se reparten la presa: la tiranía política condesciende ante estos entusiastas predadores de almas, propiciándoles capacidad de acción y algunas ventajas de marketing para la cacería, siempre que se comprometan a respetar y aun defender su jurisdicción absoluta sobre el cuerpo y la mente de los aprehendidos.  

Hace pocos días, el estadio Pedro Marrero, conocido y muy visitado recinto deportivo habanero, sirvió de cede para un oficio religioso del Consejo de Iglesias de Cuba, cuyo presidente, Marcial Hernández, pintorescamente afín a la política del régimen, había adelantado que iban a disponer incluso de cobertura para amplificar el radio de su liturgia a través de la televisión nacional.  

Más de 40 iglesias y movimientos ecuménicos integran esta congregación, que se calcula ha logrado aglutinar a unos 600 mil seguidores en la Isla. No son muchos, si se tiene presente el apoyo diferenciado que le prodiga la tiranía desde los años 90, cuando se produjo lo que aquí denominamos el renacimiento de nuestra fe religiosa. Pero tampoco son pocos, dada la indiferencia con que históricamente los cubanos de a pie asumieron el protestantismo.

En cualquier caso, resulta evidente que la presidencia del Consejo de Iglesias de Cuba está apostando fuerte por la multiplicación del número de sus prosélitos.

Tal vez a ello responda la forma (digamos) revolucionaria en que ahora animan el sermón algunas de sus instituciones. Además de otras movidas, como esta del estadio Pedro Marrero, donde días antes del oficio religioso la congregación había convocado a un trabajo voluntario, mezclando los claveles de Jesucristo con las cebollas del Che Guevara; o donde en pleno oficio se elevaron votos por la liberación de los cinco espías del régimen que guardan prisión en Estados Unidos.

Se verán horrores, cuentan que profetiza una sentencia bíblica: Apocalipsis 16,16.