Leonel Alberto Pérez Belette 6h5u4f
LA HABANA, Cuba, agosto (cubanet.sergipeconectado.com) - Me senté a tomar café a una mesa de lo que queda de El Carmelo de Calzada, justo frente al Teatro Amadeo Roldán, hace sólo unos días, cuando las autoridades decidieron cerrar el teatro. Abrí el periódico Granma, pero no pude dejar de mirar el estado de deterioro de aquel recinto emblemático de nuestra ciudad.
Como otras obras emprendidas por el gobierno, la restauración del teatro Amadeo Roldán, semi destruido por un incendio, demoró casi 20 años. El teatro fue re-inaugurado, con bombo y fanfarria revolucionaria, a fines de los 90.
Después de reparado, iinicialmente el inmueble albergó dos formidables salas de conciertos, un bar-club y varias oficinas istrativas. Nombraron a Marlen, una constructora destacada - con apenas el bachillerato de escolaridad- como encargada de relaciones públicas de la Orquesta Sinfónica Nacional.
A pocos meses de su estreno, la fachada ya tenía grietas que se extendían a las paredes de carga. Los baños olían mal, debido al deficiente trabajo en la conexión del drenaje albañal, hediondez con la que se mantuvo la edificación durante las más regias presentaciones; porque para reparar el daño había que romper los cimientos. La humedad comenzó a sentirse dentro del local. En el exterior, la alcantarilla de la esquina ha cumplido varios aniversarios de tupición rebosante.
Las principales lunetas fueron destinadas a ministros, militares de alto rango y al resto de la corte de nuestros faraones tropicales.
A alguien se le ocurrió magnificar el alcance del magno proyecto, y mudaron las oficinas centrales del Instituto Cubano de Música de Concierto hacia el inmueble. Como por arte de magia proliferaron las poco estéticas divisiones y el elevador dejó de funcionar.
Este verano, el aire acondicionado central suspiró por última vez, transfigurando el interior del teatro en una versión socialista del Infierno de Dante. Ante la insostenible catástrofe, las autoridades se vieron obligadas a cerrar, pero no han dicho si piensan emprender una nueva reparación general; algo que desde hace años vienen demandando artistas y pueblo para las principales salas teatrales del país, olvidadas casi todas por la inopia del sistema.
Por compasión dejé de mirar hacia el Amadeo Roldán. Tomé un sorbo de café, y me concentré en la lectura del periódico, donde se destacaba que los gobiernos de Cuba y Venezuela firmaron una plataforma para la “complementariedad económica”. ¡139 proyectos serán realizados bajo los patrones del socialismo del siglo XXI!
Pensé en los pobres venezolanos, espanté las moscas, pagué y seguí mi camino. |