Tania Díaz Castro  6e2u1h

Para el colega Reinaldo Cosano 

LA HABANA, Cuba, agosto (cubanet.sergipeconectado.com) - Para conocer a la humanidad, basta conversar con los vecinos. Y para saber cómo anda un país, también es necesario conversar con ellos. Entra a la casa el joven que hace mandados a domicilio y sin más ni más, como si fuéramos a hablar de pelota, le pregunto:  

-¿Cómo andan las cosas?

-Igual Todo sigue igual, como siempre.

-¿Y los cambios?

-¿Los cambios anunciados por el segundo al mando? –pregunta el hombre.

-Sí.

-Bueno, eso es como tirarle piedras a Manolo.

Me quedo en blanco. O mejor dicho, no tanto, porque Manolo pudiera ser una representación del pueblo.

-¿Y qué hace el pueblo?

-Lo mismo, tirándole piedras a Manolo.

Intento acercarme a las claves del lenguaje popular. También Manolo podría ser el gobierno, pero quiero aprender.

-¿Y las piedras?

-¿Qué piedras, señora?  ¡En Cuba no hay ni piedras!

-¿Entonces?

Me mira con recelo y extrañeza al ver que no entiendo su “idioma”.  Como si se compadeciera de mi ignorancia, saca un papel del bolsillo, lo corta en tres pedazos y los coloca sobre la meseta de la cocina, uno al lado del otro.

-¿Ve estos tres papeles? Son piedras. Las mismas que le tira el gobierno al pueblo. El pueblo las recibe.

 Las cambia de lugar sobre la meseta.

-Y como agradecimiento, el pueblo se las tira al gobierno. Así las piedras van de aquí para allá y de allá para acá. Pasan los años. Pero la realidad es que, como usted puede ver, no son piedras, sino tres pedazos de papel que no sirven ni para limpiarse el trasero.

-Sí, ya sé. No hace falta que expliques nada más.

-Eso, señora, es tirarle piedras a Manolo. Lo demás es puro cuento de camino, no se deje engañar.