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El regreso a San Germán

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LA HABANA, Cuba, agosto (cubanet.sergipeconectado.com) - Como sabia que “el meta” (policía) andaba tras de él por las llamadas recibidas en el móvil, lo apagó cuando llegó a Holguín. Por supuesto, en la ciudad de los parques se bajó antes de que terminara el recorrido del auto en que viajaba desde Las Tunas. Tomó una moto de alquiler para el recorrido por la ciudad. El motorista le vio tipo de habanero y le cobró quince pesos.

Frente al estadio Calixto García subió a un camión y le cobraron dos pesos, pero se demoró algo más de dos horas en llegar a su destino, y el tiempo no estaba a su favor. Abordó una camioneta. Al subir pagó veinte pesos. Durante el recorrido pasó por la prisión Cuba Sí, donde había cumplido parte de su condena Adolfo Fernández Sainz, uno de los patriotas de la causa de los 75.

Llegó a San Germán a las diez de la mañana. El lugar se mantenía igual. La misma luz, el polvo, la gente. Según contó el chofer, sólo cambió el último tándem del central azucarero. Hace poco lo desmantelaron y lo enviaron a Venezuela. Del antiguo coloso, que en 1959 molía un millón doscientas mil de arrobas de caña, sólo quedan las chimeneas y las líneas del ferrocarril.

Reencontrar a Yosvani Anzardo, a Lourdes, su esposa, y al escritor y periodista Luis Felipe Rojas en casa de Anzardo, fue motivo de alegría. Recordar la violencia ejercida a finales de 2009 contra Yosvani formó parte del preámbulo. Candonga, el sitio digital fundado por él, propició la parte más intensa de la conversación, de la que participaron algunos de los protagonistas, hombres y mujeres, alegres y comprometidos.

Rojas lo puso al tanto del trabajo de Alianza Democrática Oriental (ADO) y del crecimiento de las fuerzas cívicas y prodemocráticas de la zona norte oriental. De las publicaciones periódicas alternativas en las provincias orientales, El Cubano Libre (ADO), Victoria (Las Tunas) y Porvenir (Guantánamo). También de las presiones que ejerce la policía política contra Reyna Luisa Tamayo, en el cercano poblado de Banes.

Un almuerzo criollo a las tres de la tarde, no fue el colofón. Después de las cinco de la tarde es imposible salir del pueblo.  El hombre se dispuso a pasar la noche en tan buena compañía, y al otro día, de madrugada volvió sobre sus pasos.

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