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Fidelidad condicionada Jorge Olivera Castillo, Sindical Press ue4v LA HABANA, Cuba, agosto (cubanet.sergipeconectado.com) - En Cuba todava se aplaude al rgimen de partido nico, por cinismo, o por un extrao impulso que tiene su origen en alguna zona del subconsciente. Algo parecido sucede en el campo de las opiniones. Un nmero notable de personas tributa irracionales muestras de fidelidad a los mximos responsables de sus desgracias a travs de argumentaciones, muchas veces matizadas con elementos del lado ms oscuro de la descompostura, u otro tipo de reacciones sin nada en comn con la cortesa y la sensatez. Los argumentos de tales personas adolecen de una mnima consistencia en el plano de la credibilidad. Sus acciones hay que verlas como una manifestacin de sus instintos, o considerarlas dentro de las respuestas elaboradas a partir de clculos utilitarios. Con tal de sobrevivir en un escenario supeditado al rigor de una ideologa que criminaliza la disidencia, el ciudadano sigue de una u otra manera los patrones de comportamiento establecidos. Alterar la dramaturgia del guin oficial no es una opcin prudente, desde la perspectiva de un pueblo an sometido a los cdigos de una manada. Los mecanismos de terror, al fomentar el potencial peligro de que el delator sea el vecino o algn improvisado interlocutor, se convierten en reguladores de un estatus que semeja normalidad y aceptables niveles de estructuracin social en torno al discurso del poder, pero en esencia el vasto arsenal empleado con estos fines se revierte en mayores cuotas de enajenacin. El dao causado por la consolidacin de actitudes en las antpodas del discurso extrovertido y legtimo de cada ciudadano, es de magnitudes insospechadas. Al menos cuatro generaciones han sufrido el embate del racionamiento alimentario, el arbitrario reenfoque de la escala de valores, los insistentes desvaros del voluntarismo y la exaltacin de un discurso nacionalista sustancialmente desfasado y generador de posturas basadas en el odio, la apata y la insensibilidad. La conjuncin de los factores mencionados y otros no desdeables al comprobar su incidencia negativa en el mbito ciudadano, llevan a la conclusin de que los daos ocasionados marcaron la vida de posteriores generaciones. Ms de medio de siglo bajo el estigma de un rgimen que se resiste a corregir sus faltas, es suficiente para predecir un futuro que pudiera revelarse convulso, con alarmantes niveles de polarizacin social, y donde los dficits morales cobrarn mayor visibilidad, sobre todo en los primeros aos despus del totalitarismo. La nomenclatura sabe que no cuenta con un apoyo real. Unos por conveniencia y otros por una rara asociacin de estmulos auditivos y visuales, sedimentados en el cerebro, que terminan catalizando respuestas al margen de la lgica. Por eso es difcil que los jerarcas del rgimen se decidan a acometer reformas de envergadura. Poner en ordenlas cosas sera su fin. La revolucin fue una suma de improvisaciones y dislates. Responsabilidad, armona y coherencia, son palabras sobrantes en el universo de una lite condenada al fracaso. Precisamente esos debern ser los puntales de la prxima repblica. |