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De animales y polticos 1k1c

Jos Hugo Fernndez

LA HABANA, Cuba, junio, cubanet.sergipeconectado.com -No son pocos los cubanos que en este momento abrigan la esperanza de recuperar aunque sea una mnima porcin de los derechos democrticos arrebatados por la dictadura. Y es curioso que hayan depositado tal esperanza en las gestiones de una institucin, la iglesia catlica, que no practica la democracia.

Menos, pero no tan pocos, son los cubanos que han recibido con beneplcito la noticia de que los gobiernos latinoamericanos (y no slo los chavistas) postularon al rgimen de la Isla para ocupar la vicepresidencia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un despropsito de escndalo, que ocurre justo cuando desde aqu se estn aireando muy graves violaciones de los derechos humanos.

Tal vez ms, o por lo menos ms de los que debieran, son los cubanos que desde las dos orillas del estrecho de la Florida estn ahora firmando cartas contra un proyecto de ley para que Estados Unidos reduzca las restricciones comerciales y de viajes tursticos a Cuba. Y es tambin curioso ver a quienes han sufrido durante medio siglo todo tipo de prohibiciones y de incomunicacin, erigidos de pronto en defensores de las mismas absurdas proscripciones que sufren.

Igualmente curioso resulta que la iglesia catlica, de la que no pocos aqu esperan hoy ayuda para recuperar una pizca de nuestros derechos ciudadanos, le est negando sus derechos a dos cubanos muy distinguidos entre su feligresa:

Dagoberto Valds y Oswaldo Pay, catlicos de incondicional entrega, a la vez que opositores pacficos a la poltica del rgimen, sufren ahora mismo la marginacin de los obispos, quienes se muestran visiblemente interesados por mantenerlos lejos de su nueva estrategia de dilogo con la dictadura y que incluso impidieron su participacin en las llamadas Semanas Sociales o Semana Catlica, un evento especfico de la iglesia, al cual no fueron invitados –por su nueva condicin de apestados- los dos sobresalientes catlicos cubanos.

Todos estos hechos, vistos por separado, resultan inquietantes. Ahora bien, si los juntamos (y juntos han tenido lugar en tiempo y espacio), ms que inquietar, desconsuelan.

Parece obvio que hoy, tal como ayer, los cubanos vivimos a merced de la poltica, y an peor, de los polticos, sean de uno u otro bando. Somos sus rehenes. As que nuestros verdaderos intereses sern satisfechos, si lo son, exclusivamente en la medida en que coincidan con los intereses de quienes nos usan.

Animales polticos consider Aristteles a los seres humanos. Pero todo indica que ni como eso nos ven nuestros polticos. O tal vez s, suprimiendo el apellido.