Regreso al barullo y la recholata? (Parte I de II)
Oscar Mario Gonzlez
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LA HABANA, Cuba, mayo (cubanet.sergipeconectado.com) - Despus de casi tres aos de tutelaje raulista caracterizado por el desapego al “adoctrinamiento compulsivo” y al lanzamiento de las multitudes a la plaza pblica en apoyo de la revolucin, el recin celebrado desfile del 1ro. de mayo, para algunos, significa una vuelta al barullo y la algaraba.
Son muchos los que consideran que detrs de la reaparecida y sofocante prctica est la voluntad del hermano mayor, pues el estilo de Ral no es favorecedor del guasabeo criollo en plazas y avenidas. Tal prctica de asalto y barricada es ms propia del estilo del Comandante. Ahora est de moda considerar a un hermano mejor o menos malo que el otro.
Lo cierto es que ni siquiera los cincuenta aos del desembarco del yate Granma, que para la historiografa oficialista marca el surgimiento del ejrcito rebelde y fue conmemorativo del aniversario 50 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, tuvo mayor realce cuando se conmemor el 2 de diciembre de 2006.
Pero ya sea por fulano o por su hermano,se celebr el Da de los Trabajadores como en los viejos tiempos de la larga data totalitaria.
Desde bien temprano empez el desplazamiento de los ciudadanos, generalmente uno por cada ncleo familiar para sacar la cara. No pueden faltar los ms comprometidos: personal de turismo, trabajadores de firmas extranjeras, ex combatientes, becarios, jvenes del servicio militar y toda la masa heterognea asidua a tales eventos
Casi todos disgustados por el fastidio de la marcha bajo el sol sofocante de mayo, las molestias del traslado a la plaza, la madrugadera y la abstencin de las comodidades del hogar en un da feriado que todos prefieren pasar en el ambiente hogareo.
Pero el fastidio no ha de impedir que la gente muestre rostros satisfechos en el trayecto del desfile, pues el buey manso siempre ha de tirar del yugo, por muy cansado que est. El problema es hacer presencia en la plaza en estos momentos “decisivos” para la patria, en que nadie que se sienta revolucionario puede mostrarse indiferente. Todos los que se consideren patriotas tienen la obligacin de concurrir, y como muchos estn obligados a enviar un mensaje de adhesin al sistema, no les queda ms remedio que agitar las banderitas y dar vivas a los padrecitos de la patria. No asistir equivaldra a la indiferencia o apata, y ello es inisible e identifica al individuo con los “enemigos”.
Los dos extremos de la concurrencia al desfile son los “come candela” generalmente personas de la tercera edad, empobrecidos e ignorados, que, no obstante, van a cumplir una vez ms con el deber y con su Comandante, y los desafectos al rgimen camuflados o “tapaditos”, por razones de conveniencia. Para los segundos estar all representa un trago amargo,obligados a aplaudir lo que detestan, que es algo as como besarla diestra del amo que te esclaviza.
Todo el que puede evadir la participacin en el desfile se queda en la casa, sin salir de ella, por razones obvias. Son demasiados aos de candela y julepe. La prudencia aconseja permanecer en el hogar con las puertas cerradas y en silencio, para ocultar la apata y la indiferencia. Las calles de la ciudad semejan un camposanto que cobra vida despus que termina la manifestacin.
As las cosas, el gobierno tiene suficiente capacidad de movilizacin e intimidacin no tangible, como para congregar a medio milln de ciudadanos en la plaza el da que quiera y a la hora que le plazca. Con ello, envia un mensaje a sus amigos de la izquierda internacional de que, pese a todo, el pueblo est de su lado. Para los adversarios de todo el mundo, el mensaje es que no se hagan ilusiones; que la dinasta Castro es, como el socialismo criollo, inamovible.
Slo los cubanos, de adentro y de afuera, saben la realidad que esconden esos actos multitudinarios, posibles nicamente bajo un sistema cuya accin sobre el ciudadano tiene la facultad de envilecerlo hasta sumirlo en la hipocresa y la doble moral.
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