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Voces de la aldea 1hl39 Jorge Olivera Castillo, Sindical Press LA HABANA, Cuba, mayo (cubanet.sergipeconectado.com) - Su lenguaje no pasa por ningn filtro. Las voces salen de sus gargantas sin rebuscadas metforas ni otros aditamentos tan necesarios para camuflar la denuncia o la crtica. Dicen lo que sienten, lo que interpretan de una sociedad traumatizada por el miedo y los perpetuos desabastecimientos materiales y espirituales. Bian y Aldo tienen voluntad y la chispa suficiente para recrear, desde su “aldea”, historias que dan al traste con los floridos paisajes de la denominada revolucin socialista. Sus crnicas a ritmo de rap, calan profundo en las mentes de una masa juvenil ansiosa por escuchar sus agonas existenciales, las realidades que nunca observan en los noticiarios, sus libertades conculcadas. El do Los Aldeanos les ofrece entrada libre a ese universo lleno de espejos y reflectores para que puedan mirarse y palpar los estragos de las prohibiciones, los condicionamientos, las discriminaciones, y al menos recibir algunas dosis para calmar el intenso dolor de la desesperanza, y el vrtigo que se experimenta en las cumbres de una ideologa hacia donde nos han llevado a la fuerza. A pesar de la marginacin en los medios oficiales, su msica se ha hecho popular gracias al intercambio informal entre una juventud cada vez ms desencantada de los discursos patrioteros, el nfasis en legitimar la irracionalidad y otros vicios que han podrido el tejido social del pas. Aunque insistan en permanecer alejados de las fronteras del protagonismo, el valor de su postura en el proceso de galvanizacin de una idea que de hecho confronta al lenguaje del poder, y resume las inquietudes y perspectiva de la mayora de los jvenes cubanos, es una accin digna de tener en cuenta a la hora de describir los acontecimientos relevantes en el mbito cultural, de lo que supone sean los ltimos aos de una dictadura. Ellos son parte de la excepcin en un escenario donde las reglas son claramente visibles en relacin a los compromisos no escritos, donde hay que asirse a ciertos lmites en el momento de dar rienda suelta a la creacin artstica o literaria para evitar el rigor de las represalias en alguna de sus modalidades. Asumir los riesgos de una posicin intransigente en el sentido de no ajustarse a los cnones impuestos, ha sido una causa de muy pocos. Unos han optado por el silencio preventivo, otros por jugar a la absurda dualidad de abogar, privada o pblicamente, por la definitiva legalizacin de las libertades fundamentales, y por otro lado, llegar a la sumisin al mostrar apoyo a los dueos de los candados. No se puede olvidar que decenas de artistas y escritores han tenido que pagar caro su resistencia a acatar los cdigos de conducta redactados por oficiales de la polica poltica y los idelogos del Comit Central. Mencin aparte a aquellos creadores que hoy, tras ser rehabilitados por los mismos que supervisaron u ordenaron los castigos, continan haciendo gala de humillantes desdoblamientos o mutismos conseguidos a la sombra de viajes al extranjero, publicacin de sus obras y condecoraciones con sus correspondientes estmulos materiales. Los Aldeanos, junto a algunos escritores y fundamentalmente msicos del gnero trovadoresco y el rap, siguen nadando contra la corriente. Quieren decir la verdad, ser transparentes, reflejar los puntos escondidos de la Cuba profunda, la de los solares al borde del derrumbe, la del tedio y la apata, la de las irrazonables regulaciones y la indisciplina social, la de la corrupcin y el abuso policial. Desde el corazn de La Habana, el do de raperos rehsa callarse. Le cantan a la realidad, sin miedo. Ya es como una costumbre, un compromiso con la realizacin de un arte que pasa por encima del mandato de comisarios y policas [emailprotected] |