cubanet.sergipeconectado.com |
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproduccin de este material, siempre que se le reconozca como fuente y su autor. |
Mara Bonita en La Habana 6q442v Tania Daz Castro LA HABANA, Cuba, mayo (cubanet.sergipeconectado.com) - En una casa de madera con techo de tejas, alejada del centro de Santa Fe, al oeste habanero, vive Mara Bonita, con sus casi ochenta aos, y cerca del mar. No se llama Mara, pero as le decan desde muy joven, porque se pareca a Mara Flix. Y me consta que era bonita. Slo de ver sus fotos, que guarda en una caja de zapatos como su mayor tesoro, se puede saber que esta mujer, ya apagada por el tiempo, le hizo honor a su apodo. Segura estoy que tambin era simptica y de buen carcter, porque hoy, a pesar de sus tantos aos, conversar con ella es como disfrutar de una aventura, sobre todo por su locuacidad y sinceridad, su deseo de contar un buen pedazo alegre de su vida, sin tapujos ni hipocresa. Mara Bonita naci en una zona rural de Banes, donde tambin naci Fulgencio Batista, el dictador anterior a Fidel Castro. A los 15 aos ya era una mujer codiciada por los hombres. Un campesino de 50 aos le propuso que se fuera con l. Mara no lo amaba, pero acept. Quera salir de la tutela del padre y de una madrastra que no la quera. Despus de un ao, a su nueva casa lleg un viajante desde La Habana. Venda medicinas y tambin se enamor de Mara Bonita. Tena 40 aos, era buen mozo, vesta saco, cuello y corbata y manejaba un auto propio. Mara no lo pens. Guard en un bolso algunos vestidos, dos pares de zapatos, algunas fotos y subi al auto del vendedor rumbo a la capital. Muy cerca del Capitolio, en la calle Neptuno, el hombre alquil un cuarto en una casa de vecindad y le llen el escaparate de ropa y zapatos de moda. Pero Mara no era feliz. Tampoco amaba a aquel hombre que la dejaba sola durante das, porque su trabajo era vender medicinas en el interior del pas. Una noche se march del cuarto y se mud al apartamento de una amiga en la calle Refugio. La amiga le confes que era prostituta. De eso viva, pagaba el apartamento con balcn a la calle, buenos muebles, radio, telfono y televisin. -Si quieres vivir bien -le dijo-, qudate conmigo. Eres muy linda y las mujeres lindas no tienen por qu estar solas. Conmigo lo tendrs todo, y sobre todo, amor. Mara Bonita vivi con su amiga cinco aos, y fue feliz. Su amiga sala de noche, cuando la llamaban por telfono, y antes de que amaneciera, regresaba con la cartera llena de dinero para ella. Un da todo termin. Lleg al apartamento una mujer ms linda que ella. Mara recogi sus brtulos y se fue donde la esperaba la matrona duea de un prostbulo, en la Avenida del Malecn. -Aquellos barrios que haba en La Habana: Coln, Pajarito, La Victoria, eran necesarios. Hoy en da oigo hablar a todos de lo difcil que resulta hasta encontrar un lugar donde acostarse. Y me digo, menos mal que no soy joven en estos tiempos. Fidel acab con los prostbulos, es cierto, pero el problema ahora es otro. Ando por los ochenta aos, pero no ignoro lo que pasa en mi pas. Ni posadas hay, pero s un ejrcito de jineteras, que es peor. Incluso muchachitas muy jvenes, educadas en escuelas del gobierno, todas tratando de pescar un extranjero para irse de Cuba y ayudar a sus padres a comer como Dios manda. Cualquiera sabe que la prostitucin es ms vieja que la civilizacin y tan necesaria para el hombre en cualquier sociedad, como el aire que se respira. Siempre me di a respetar. Nunca me dej pisotear por ningn hombre. No es verdad que a las guajiritas las traan engatusadas a la capital y las metan en un prostbulo. Yo fui una guajirita y le digo que saban muy bien a lo que venan. Igual que ahora. -Claro, pero no me gustaban los viejos babosos, ni los marineros americanos borrachos, ni los polticos con pistolas. Prefera a los mulatos con aires de pcaros, cadena de oro al cuello y medalla de la Virgen de la Caridad. Eran mejores en la cama y me gustaba disfrutar del amor como de un plato de arroz con frijoles negros, yuca con mojo y carne de cerdo frita, y si lo cobraba bien cobrado, mejor. Con uno de aquellos mulatos me cas y tuve a mis dos hijos. Una noche me dijo: te voy a sacar de aqu, Mara, t eres demasiado buena gente para ser puta. Y cumpli su palabra. Me cas con l vestida de blanco. Mrelo ah. Ese es mi marido! |